La sexualidad constituye un derecho humano primordial que desempeña un papel preponderante en el proceso de constitución personal y de experiencia vital. La sexualidad no se reduce solamente a las funciones físicas o a la reproducción, sino que la afirmamos como uno de los elementos más relevantes para el desarrollo personal, social y emocional de las personas. A lo largo de la vida, la sexualidad cambia y se transforma, influenciada por condicionantes culturales, creencias personales y vivencias propias y únicas, tomando una significación individual y particular a cada uno de nosotros.

La sexualidad empieza en la niñez, donde se hace presente a través de la curiosidad natural, pasando por entonces a la adolescencia, y continuando su propio camino hasta llegar a la adultez, cuando ya es comprendida de una manera más sofisticada.

De este modo, la sexualidad deja muchas huellas, desde el afecto de la autoestima hasta la manera de relacionarse interpersonalmente o la forma de conectar emocional y físicamente con las personas. La sexualidad es un proceso en constante dinamismo, pero además es un proceso fuertemente ligado a los modelos sociales y culturales, adaptándose e infiriendo a los valores, creencias o expectativas del contexto.

La sexualidad humana: una perspectiva integral

Si bien la sexualidad la solemos presentar con simplicidad, en la práctica es una dimensión múltiple y variada, dado que no sólo supone aspectos biológicos, psicológicos, sociales y culturales, sino que incluye los sentimientos, pensamientos, ¡incluso los valores, las conductas, las actitudes!

La OMS (Organización Mundial de la Salud) la presenta como un elemento constitutivo de la personalidad de todo ser humano; al contrario, también quisiéramos confirmar que existe en todo momento del ciclo vital.

El aspecto biológico nos hablaría de una serie de características biológicas, hormonales, anatomofuncionales que van organizando el sexo biológico existente y de los cambios que se producen en la pubertad y durante el ciclo vital que transitamos.

El plano psicológico nos hablaría de las emociones y sentimientos, de los pensamientos y de las actitudes existentes frente a la sexualidad; configuran lo que somos como personas con una identidad sexual, la orientación sexual que tenemos y la imagen sobre la sexualidad.

El componente social involucra las normas culturales, valores y expectativas que posee la cultura en relación a la sexualidad, que también modifican cómo se expresa y se vive la sexualidad.

Importancia de la higiene en la salud sexual

Un aspecto fundamental para mantener una sexualidad saludable y prevenir infecciones o enfermedades, se basa en la higiene, la cual contribuye al bienestar sexual de las personas.

La higiene personal a diario, por ejemplo, es fundamental para prevenir infecciones y mantener un pH adecuado. Debemos usar productos suaves y específicos para esa zona tan sensible del cuerpo y no todos son conscientes de ello.

Es fundamental utilizar métodos de protección durante el coito para prevenir infecciones de transmisión sexual (ITS) (uso de métodos de barrera para unas relaciones sexuales no procreativas).

Aunque sea evidente, lo cierto es que, en la práctica, no hay tanta gente que lo haga bien. Finalmente, las revisiones médicas periódicas también son importantes. Acudir anualmente al ginecólogo o urólogo para el mantenimiento de una buena salud sexual y para detectar problemas potenciales.

El papel de la educación sexual

La educación es fundamental para desarrollar una sexualidad saludable y responsable, debe iniciarse desde la infancia y continuar durante toda la vida, adaptándose a cada etapa del desarrollo, de esta manera entender:

  • Cambios del cuerpo durante las diferentes etapas de la vida
  • Diversidad sexual y de género
  • Métodos anticonceptivos y prevención de ITS
  • Habilidades para establecer relaciones saludables y respetuosas
  • Reconocimiento y respeto de los límites personales y ajenos

La sexualidad a lo largo de la vida

Nuestro desarrollo evolutivo cambia y va transformándose a lo largo de nuestra vida, mostrando características importantes, por ejemplo:

  • Infancia: En esta etapa, los niños comienzan a tocar su propio cuerpo y poco a poco se van forjando su propia identidad de género.
  • Adolescencia: Periodo clave de mucha transformación donde se va cosificando una manera de ser y se trabajan los sentimientos amorosos o sexuales.
  • Edad adulta: Etapa de madurez sexual, de conformación de relaciones íntimas y donde se desarrolla la sexualidad en su totalidad.
  • Tercera edad: Aunque la sexualidad sigue siendo una parte importante de la vida, puede tener cambios físicos o emocionales importantes.

Para conseguir una sexualidad plena es fundamental entender que existe diversidad de experiencias y expresiones sexuales. Cada persona tiene su propio ritmo/a y su propia forma de vivir la sexualidad, la cual está muy marcada por características personales, culturales y sociales. Es muy importante entender que no hay sólo una única forma “correcta” de vivir la sexualidad siempre que se viva desde el respeto mutuo y del consentimiento. En esta línea, el autoconocimiento es fundamental: saber qué se desea, los límites, las necesidades propias hace que se generen relaciones más sanas y satisfactorias. La comunicación tanto con las parejas como con profesionales de la salud de forma sincera y abierta debe empujarnos a resolver dudas, romper tabúes, y afrontar las dificultades que puedan aparecer en nuestra sexualidad. Este modelo integral de la sexualidad, que engloba el autocuidado y el respeto por la diversidad, permite tener una relación más sana y positiva con esta esfera tan importante de nuestra vida.

Conclusión

Nuestra sexualidad, forma parte de la identidad que tenemos como personas, esta influye en todos los aspectos de nuestra vida.

Entender su naturaleza nos ayuda a desarrollar una relación más sanas y positivas por lo que la educación y madurez sexual de cada individuo es indispensable para vivir una sexualidad plena y responsable.

Hay que tener presente que el individuo experimenta y expresa su sexualidad de forma singular, y todos los matices de ella son dignos de ser respetados y comprendidos. La sexualidad como saludable no sólo significa la salud física, también la salud emocional y la salud social, que se entrelazan para dar mayor plenitud y satisfacción a nuestras vidas.